Bibliotecas, internacionalismo y paz*
Libraries, Internationalism and Peace
Bibliotecas, internacionalismo e paz
Signo y Pensamiento, vol. XXXVII, núm. 72, 2018
Pontificia Universidad Javeriana
Peter Johan Lor
University of Pretoria, Sudáfrica
Jhonny Antonio Pabón Cadavid a [email protected]
Universidad Externado de Colombia, Colombia
Victoria University of Wellington, Nueva Zelanda
Fecha de recepción: 13 Marzo 2018
Fecha de aprobación: 17 Mayo 2018
Resumen: Este artículo, reflexiona sobre la relación de las bibliotecas con la paz. Las bibliotecas dependen de la paz para su existencia, desarrollo y supervivencia, al mismo tiempo que estas contribuyen a preservar y construirla La primera parte de este escrito, analiza el surgimiento de los movimientos internacionalistas y pacifistas en el siglo XIX y su relación con la llegada moderna de la bibliotecología y la ciencia de la documentación. Posteriormente se discute el rol de las bibliotecas en la consolidación de la paz, tal como fue concebida por la UNESCO e indaga sobre las diferentes concepciones contemporáneas sobre el concepto paz. Finalmente, se explora el rol de las bibliotecas para la construcción de la paz.
Palabras clave Bibliotecas y Sociedad, Pacifismo, Internacionalismo, Construcción de la Paz.
Abstract: This article reflects on the connection between libraries and peace. Libraries depend on the peace in order to exist, develop and survive. In turn, libraries contribute to build and preserve the peace. The first part of this paper analyses the emergence of internationalist and pacifist movements during the 19th century and its relation to the modern advent of both the documentation science and the library science. Next, this paper discusses the role of the libraries in the consolidation of the peace as conceived of by the UNESCO and inquires into the different contemporary conceptions around the concept of peace. Finally, the role of the libraries in the construction of the peace is explored.
Keywords: libraries and society, pacifism, internationalism, construction of peace.
Resumo: Este artigo reflete sobre a relação das bibliotecas com a paz. As bibliotecas dependem da paz para sua existência, desenvolvimento e sobrevivência, ao tempo que elas contribuem a preservá-la e construí-la A primeira parte deste escrito analisa o surgimento dos movimentos internacionalistas e pacifistas no século XIX e sua relação com a chegada moderna da bibliotecologia e a ciência da documentação. Posteriormente discute-se o papel das bibliotecas na consolidação da paz, conforme concebida pela UNESCO e investiga sobre as diferentes concepções contemporâneas sobre o conceito paz. Por fim, explora-se o papel das bibliotecas para a construção da paz.
Palavras-chave: Bibliotecas e Sociedade, Pacifismo, Internacionalismo, Construção da Paz.
Las bibliotecas son criaturas de la paz. A lo largo de la historia, la paz ha sido una condición previa para el surgimiento, desarrollo y supervivencia de las bibliotecas. Las primeras bibliotecas surgieron en sociedades organizadas como las polis, ciudades-estados, reinos, imperios, en las que el mantenimiento del orden y una existencia estable, generaron registros de la memoria. La estabilidad de la estructura social también ha forjado la expectativa de que los registros, se mantendrán con el tiempo. De manera contraria, cuando la paz se rompe, las bibliotecas son amenazadas. No necesariamente por la destrucción violenta, de lo cual hemos visto demasiados ejemplos en los tiempos recientes, sino también por el deterioro de la infraestructura, la ruptura de la cohesión social y de la responsabilidad cívica.
Dado que las bibliotecas dependen de la paz para su existencia, desarrollo y supervivencia, entonces vale la pena preguntar ¿pueden las bibliotecas contribuir a preservar y construir la paz? En esta conferencia, propongo reflexionar sobre la relación de las bibliotecas con la paz Voy a realizar esto en tres pasos. En el primer paso ubicaré esta relación en un contexto histórico, empezando con el surgimiento de los movimientos internacionalistas y pacifistas en el siglo XIX. Relacionaré esto con la llegada moderna de la bibliotecología y de la ciencia de la documentación junto con el rol de las bibliotecas en la consolidación de la paz, tal como fue concebida por la UNESCO. En el segundo paso, observaré la escena contemporánea, indagando lo que entendemos por el concepto paz. En el tercer y último paso exploraré, brevemente cuáles son las implicaciones de cómo entendemos la paz para el rol de las bibliotecas en la construcción de paz.
El internacionalismo, movimientos por la paz y desarrollo bibliotecario
Internacionalismo
El siglo XIX, vio un aumento en la competencia entre las principales potencias, en los nacionalismos étnicos y en la resistencia de los grupos subordinados, luchando por establecer sus propios Estados nacionales. Estas condiciones, condujeron a una creciente amenaza de inestabilidad y conflicto armado. Es en este escenario observamos el surgimiento del internacionalismo, palabra que fue registrada por primera vez en 1843 (OED, 2018).
Aquí yo utilizo el término ‘internacionalismo’ en un sentido amplio para referir a iniciativas, ideales y a la defensa en favor de relaciones constructivas entre naciones y en favor de acuerdos entre ellas que promuevan la paz, la estabilidad y el bienestar humano. Internacionalistas son entonces aquellos que poseen este tipo de actitudes y contribuyen a la consecución de estos ideales. 1 Las dos grandes categorías de internacionalistas propuestas por Herman (1969) y posteriormente desarrolladas por Kuehl (1986) proporcionan una perspectiva útil sobre el internacionalismo. Basado en la distinción entre ‘comunidad’ —Gemeinschaft— y ‘sociedad’ —Gesellschaft— realizada por el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies (1887), Herman diferenció entre internacionalistas ‘políticos’ y ‘comunitarios’. La distinción fue reelaborada por Kuehl (1986), quien prefirió el término polity en vez de ‘política’:
Los internacionalistas comunitarios perciben la sociedad como algo más que Estados nacionales estructurados. Ellos creen que las personas poseen una autonomía propia y la existencia de una interdependencia entre los seres humanos. Los internacionalistas estatales ‘polity’ piensan principalmente en argumentos jurídicos o gubernamentales. (p. 4)
Aquí vemos dos líneas principales de internacionalismo, ambas preocupadas por garantizar una paz mundial duradera. Pero mientras los internacionalistas estatales trabajaron dentro del marco del Estado-nación, para crear estructuras formales para la paz, como por ejemplo la Liga de Naciones y más tarde las Naciones Unidas y otras organizaciones intergubernamentales, los ‘internacionalistas comunitarios’ adoptaron enfoques más idealistas, “ellos llamaron a la fraternidad universal, avanzaron la noción de un mundo interdependiente, esperaron extender la democracia, lograr el desarme, combatir el militarismo y abolir la guerra” (Kuehl, 1986, p. 4).
Kuehl propuso otras dos categorías de internacionalistas: los Internacionalistas socialistas adheridos a la doctrina marxista, haciendo hincapié en la hermandad del hombre y la necesidad de inculcar a las clases trabajadoras la conciencia de clase; la otra categoría propuesta por Kuehl fue el ‘Internacionalismo Liberal’, que tenía un carácter de clase media, con un enfoque en general optimista y positivista del desarrollo de la sociedad y que buscó medios prácticos para lograr la paz, por ejemplo, mediante el control de armas y el arbitraje (Kuehl, 1986). Diversos internacionalistas liberales, persiguieron ideales de la paz universal, un gobierno mundial y el aprovechamiento del progreso científico para el bienestar humano, independientemente de las fronteras nacionales (Somsen, 2014). Esto se ilustra con la creación de organizaciones e instituciones para el trabajo humanitario, como el Comité Internacional de la Cruz Roja en 1863. Estas actividades se pueden ver como parte de un fenómeno más amplio: la aparición de organizaciones no gubernamentales internacionales. En esta época del positivismo científico, muchos científicos —me referiré a estos como científicos universalistas— creyeron que el progreso científico debía ser aprovechado no solo para combatir problemas sociales y promover sociedades más sanas y armoniosas, sino también para garantizar la paz mundial. Un medio de lograr estos fines fue la creación de lenguajes artificiales como el Volapük y el esperanto (Kajewski, 2014; Kloe, 2014).
Hubo múltiples corrientes de internacionalismo. Por simplicidad las he categorizado como se ve en la Figura 1.
El período que se extendió aproximadamente desde mediados del siglo XIX a la década de 1930 fue de transición, caracterizado por una creciente complejidad y riesgo. Los internacionalistas estatales respondieron inter alia con el desarrollo del derecho internacional, incluidas los primeros Convenios de Ginebra en 1864, 1906, 1929 y las Convenciones de La Haya en 1899, 1907 sobre la ayuda humanitaria y las normas de la guerra respectivamente. Se estableció la Corte Permanente de Arbitraje en La Haya en 1899. Como resultado de la Primera Guerra Mundial, La Liga de las Naciones en 1919 y la Corte Permanente de Justicia Internacional en 1922. Un nuevo sistema global de telecomunicaciones empezó a tomar forma a mediados del siglo XIX (Hartmann, 2014). En 1865 fue fundada la Unión Internacional de Telecomunicaciones, además de la Unión Telegráfica Internacional, primeras de un número amplio de organizaciones intergubernamentales similares.
Internacionalismo, información y bibliotecas
Las estructuras intergubernamentales se complementaron con varias iniciativas no gubernamentales, como los protocolos de intercambio de publicaciones entre universidades e instituciones de investigación. Acuerdos formales para el intercambio de publicaciones entre universidades de Alemania y Francia se desarrollaron en la primera mitad del siglo XIX. Estos acuerdos se establecieron principalmente para el intercambio de disertaciones académicas. La Akademische Tauschverein —La Asociación de intercambio académico— establecida en la Universidad de Marburg en 1817 ganó muy pronto la adhesión de instituciones fuera de Alemania. La Agence centrale des échanges internationaux —Agencia central de intercambios internacionales— fue creada por Alexandre Vattemare en París alrededor de 1832, pero no sobrevivió a la muerte de su fundador en 1864. En el otro lado del Atlántico, el Instituto Smithsoniano –fundado en 1846— emprendió un programa internacional a gran escala para el intercambio de publicaciones gubernamentales (Krüss, 1961). Otra manifestación del internacionalismo, fue la influencia de la bibliotecología norteamericana en Europa, que se ejerció principalmente a través de las experiencias de visitantes europeos a las bibliotecas de Estados Unidos de Norteamérica y por la educación bibliotecaria (Byberg, 1993, Chaplan, 1971; Danton, 1957).
Las diversas ferias y exposiciones internacionales que cobraron importancia desde mediados del siglo XIX, pueden ser vistas como expresiones tanto del internacionalismo estatal como del liberal. Aunque no era la primera exposición de este tipo, la Gran Exposición de las Obras de Industria de todas las Naciones, celebrada en Londres en 1851, se considera convencionalmente como la primera de una serie de principales Exposiciones universales (s.f.). Los pabellones nacionales, exhibieron sus logros y las aspiraciones nacionalistas de los Estados miembros participantes. Las exposiciones sirvieron a los intereses comerciales y además proporcionaron oportunidades para la difusión de información y la comunicación del progreso científico, proveyendo plataformas para los universalistas científicos. Rayward (2014) expresa la paradoja que “ellos encarnaron una aspiración universalista que estuvo fortalecida por objetivos de prestigio nacionalista” (p. 6). Ellos son de particular interés porque desempeñaron un papel importante en el desarrollo de nuestro campo, estimulando el contacto nacional e internacional y la cooperación en bibliotecología. La primera reunión nacional de bibliotecarios, tuvo lugar simultáneamente con la Feria Mundial celebrada en Nueva York en 1853, imitando la Gran Exposición de Londres. En la segunda Feria Mundial celebrada en Estados Unidos, se fundó la Asociación Americana de Bibliotecas (ALA) en la Exposición Universal de Filadelfia en 1876, (Gambee, 1968). En el año siguiente, los británicos siguieron el ejemplo americano, fundando la Asociación de Bibliotecas (británicas) en el Primer Congreso Internacional de Bibliotecarios. Congresos y conferencias adicionales, tuvieron lugar en los años siguientes. La exhibición científica de la Exposición Universal de Bruselas, celebrada en 1897, incluyó una sección sobre bibliografía. Paul Otlet usó esta Exposición para promover su proyecto —que será explicado más adelante— de un catálogo científico universal (Rayward, 2014). La celebración de conferencias internacionales de bibliotecarios y la creación de asociaciones internacionales de bibliotecarios y documentalistas, también pueden ser vistas como manifestaciones del internacionalismo comunitario.
Las asociaciones de bibliotecas estadounidenses [ALA] y británicas tuvieron un compromiso internacional desde una etapa temprana de sus actividades. En 1905 la ALA estableció un Comité de Relaciones Internacionales (Krüss, 1961). Inicialmente las actividades internacionales se desarrollaron principalmente en forma de representación y participación mutua en las conferencias de cada una de las asociaciones nacionales, pero en la primera década del siglo XX, la cooperación entre los Estados Unidos y el Reino Unido se manifestó más concretamente en la adopción de las reglas de catalogación anglo-americanas de 1908 (Munford, 1976).
Una manifestación más llamativa del internacionalismo en nuestra profesión, se encuentra en los diversos intentos de organizar internacionalmente la información académica. Rayward (2012, 2014) ha discutido como creció la idea de un catálogo universal a partir de 1850, centrándose especialmente en la Belle Époque europea, desde 1880 a 1914, como un punto de inflexión en el desarrollo de la infraestructura de información mundial. Coblans (1974) describió el Siglo XIX como un período de crisis en el control bibliográfico, que llegó a su punto máximo en la última década del siglo XIX. También durante este período las contradicciones inherentes a la coexistencia del internacionalismo estatal y comunitario, se proyectaron en los campos de la bibliografía y la bibliotecología. A riesgo de simplificación excesiva, es necesario distinguir aquí entre el control bibliográfico de libros y el de la literatura periódica. A mediados del siglo XIX, el control bibliográfico de libros y de publicaciones relacionadas se produjo a través de la creación de bibliografías nacionales y comerciales y por la publicación de los catálogos de las principales bibliotecas nacionales. Estas actividades, estaban enmarcadas esencialmente en el marco del sistema de Estados nacionales. Sin embargo, la enorme expansión de la literatura científica y académica que aparece en revistas científicas y otras publicaciones periódicas, no podía gestionarse con el mismo criterio. Los científicos necesitaban publicaciones relevantes para sus estudios independientemente de la lengua y del país de origen. La creciente especialización, la proliferación de revistas en todo el Occidente y el uso de múltiples idiomas, como las lenguas eslavas habladas en los imperios austro-húngaro, ruso y alemán (Surman, 2014), favoreció el surgimiento de una sensación de crisis. Dado el carácter nacionalista y el contexto imperialista de la época ¿podría tratarse esta literatura de la misma manera, es decir, utilizando estructuras nacionales como los elementos básicos para un sistema internacional?
Una respuesta ilustrativa a esta pregunta se encuentra en un ambicioso proyecto de la Royal Society para compilar un índice universal; el Catálogo Internacional de Literatura Científica, que cubrió los años 1901-1914. El proyecto estuvo plagado de problemas y fue finalmente cancelado. El fracaso del proyecto, se debió en parte a su dependencia a las “oficinas nacionales” (Coblans, 1974, p. 27-28) y al registro de contribuciones científicas sobre una base territorial.
Las iniciativas más ambiciosas y fascinantes durante este período, fueron las emprendidas por dos abogados belgas, Paul Otlet y Henri La Fontaine, quienes organizaron la Primera Conferencia Internacional de Bibliografía en 1895 y fue seguida por la fundación del Instituto Internacional de Bibliografía (IIB). En Bruselas, se creó una oficina internacional para apoyar a la IIB con el patrocinio del gobierno belga. El objetivo del IIB era la construcción de un índice llamado Repertorio Bibliográfico Universal (RBU). Este repertorio, organizaría la literatura académica del mundo entero, usando la Clasificación Decimal Universal (CDU), una adaptación y expansión por Otlet de la clasificación decimal de Melvil Dewey. La primera conferencia fue seguida por cuatro más, en 1897, 1900, 1908 y 1910. El Repertorio fue un esquema visionario, adelantado a la tecnología que necesitaba. No sobrevivieron mucho tiempo a las calamidades de la Primera Guerra Mundial y a la falta de interés por parte de los sucesivos gobiernos belgas. El proyecto fue cancelado en 1930, cuando había crecido alrededor de los 16 millones de entradas (Rayward, 2012). Sin embargo, el IIB sobrevivió con diferentes nombres hasta 2001. El CDU todavía se sigue actualizando y es utilizado en todo el mundo.
Vale la pena señalar que esta ambiciosa empresa bibliográfica, de ninguna manera agotó el alcance de los esfuerzos de Otlet, que incluyó sentar las bases teóricas para la documentación científica y la creación del Palais Mondial, más tarde llamado el Mundaneum, una institución concebida no solo para albergar las tarjetas del índice del RBU, sino también, para servir como una expresión multifacética del internacionalismo (Rayward, 2003). Junto con La Fontaine, él también fue determinante en la fundación de la Unión de Asociaciones Internacionales (Laqua, 2013, 2014), la cual existe aún como un instituto de investigación y centro de documentación para la averiguación e información, sobre organizaciones internacionales.
Tanto Otlet como La Fontaine —senador belga al que se le otorgó el Premio Nobel de la Paz en 1913— fueron enérgicos defensores de la paz mundial. En términos de las categorías de internacionalistas, los clasificaría como internacionalistas liberales, y dentro de esta categoría agruparía a Otlet con los universalistas científicos. Rayward (2003) indica que, aunque Otlet tenía una visión del mundo positivista, también había un elemento místico en sus escritos que se refleja en su conceptualización del Mundaneum Los resultados de iniciativas como las de Otlet y La Fontaine, y los intentos fallidos de los líderes de la British Society for International Bibliography para trabajar con el IIB y el Comité Internacional sobre Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones, (Laqua, 2013) se pueden entender como el reflejo de un choque entre la universalidad de la ciencia y los ideales del internacionalismo comunitario, así mismo, como una limitación impuesta por el sistema del Estado-nación.
Una intensa actividad bibliotecaria internacional concurrió a la Primera Guerra Mundial, a horripilante destrucción provocada por la guerra estimuló actividades humanitarias y bibliotecarias en Europa con la ayuda de organizaciones estadounidenses, por ejemplo, la reconstrucción de la Biblioteca Universitaria de Lovaina en Bélgica (Civallero, 2007), la donación de bibliotecas infantiles llamada L'Heure Joyeuse en Bélgica y Francia así como la creación de la Biblioteca Americana en París (Maack,1993, 2005, 2007). La efímera, pero influyente Escuela Bibliotecaria de París —Paris Library School— financiada por los estadounidenses —1923-1928– ha sido analizada por Steven Witt (2013, 2014) como un ejemplo de ‘internacionalismo cultural’ y el advenimiento de la globalización.
Siguiendo a Iriye (1997), Witt (2014) describió el internacionalismo cultural como una “nueva clase de internacionalismo” (p. 506) que se origina principalmente en el período entre las dos guerras mundiales, ubicado en el contexto de un sentimiento creciente de ‘comunidad global’, del movimiento pacifista, del advenimiento de organizaciones internacionales no gubernamentales y de manifestaciones tempranas de una globalización —de tendencia benevolente—. Él consideró el internacionalismo cultural “distinto del internacionalismo político y económico visto en la formación de la Liga de las Naciones y en los acuerdos comerciales internacionales” (Witt, 2014, p. 504x) en el sentido de que el internacionalismo cultural, buscaba promover la paz duradera a través de intercambios internacionales y académicos: educación y entendimiento cultural. Me pregunto si existe esa diferencia radical, dada la distinción que ya hemos visto entre el internacionalismo estatal y el internacionalismo comunitario. Este último, con su énfasis en promover la paz a través de la colaboración y comunicación académica, se remonta al segundo cuarto del siglo XIX. Sin embargo, como Witt (2014) señaló, es cierto que el crecimiento del internacionalismo cultural durante el período de entreguerras fue acompañado por un aumento significativo en el número de organizaciones internacionales no gubernamentales, que incluyó la fundación de IFLA.
La fundación de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas [IFLA] fue el resultado de un proceso que comenzó en 1927 y culminó en el Congreso de Bibliotecas y Bibliografía, celebrado en Roma, Florencia y Venecia en junio de 1929 (Wilhite, 2012). Vale la pena señalar que la IFLA estuvo estrechamente asociada con la desventurada Liga de las Naciones, que se había creado después de la guerra para garantizar la paz internacional. De hecho, el secretariado de la IFLA fue establecido en la sede de la Liga de las Naciones en Ginebra. Tietse Pieter Sevensma, el bibliotecario de la Liga de las Naciones, se desempeñó como Secretario General de la IFLA durante la mayor parte del período entre las dos guerras y después de ellas (Wilhite, 2012).
UNESCO, Paz y Bibliotecas
El final de la Segunda Guerra Mundial, así como el final de la Primera Guerra Mundial, fue seguido por un período en el que el alivio del retorno de la paz estuvo acompañado por un sentimiento de vergüenza, de repugnancia y por una renovada determinación de nunca permitir que similares eventos volvieran a suceder. Durante este período se creó la Organización de Naciones Unidas, se adoptó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y se creó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura Organización [UNESCO] como sucesora de la Comisión Internacional para la Cooperación Intelectual. El ideal mediante el cual se funda la UNESCO fue construir la paz, así se expresó en el Preámbulo de su constitución: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz” (UNESCO, 1945). Esta declaración hace eco del idealismo del internacionalismo comunitario que se remonta a los finales del siglo XIX.
Una creencia generalizada de que las bibliotecas pueden contribuir significativamente a la paz, subyace en la intensa participación en la primera década de la UNESCO en las bibliotecas. En la primera declaración importante de la UNESCO sobre bibliotecas, El Manifiesto de la Biblioteca Pública de la UNESCO (UNESCO, 1949), se enfatizó el papel de las bibliotecas en la construcción de los ‘baluartes de la paz’:
Su objetivo [de la Unesco] es servir a la paz, así como al progreso social y espiritual, actuando para ello en el espíritu de los hombres. La fuerza creativa de la Unesco es la del saber y del espíritu internacional. El presente Manifiesto, al describir el papel que puede estar llamada a jugar la biblioteca pública, proclama la confianza que la Unesco 2 pone en ella, en tanto que fuerza viva al servicio de la educación popular y del desarrollo, de la comprensión internacional y, en consecuencia, de la paz.
Esta declaración, que fue de gran influencia internacional, tiene eco en ediciones posteriores del Manifiesto. Así la edición más reciente, El Manifiesto de la Biblioteca Pública de IFLA / UNESCO 1994 (IFLA 1994), declaró:
El presente Manifiesto proclama la fe de la UNESCO en la biblioteca pública como una fuerza viva de educación, cultura e información y como agente esencial de fomento de la paz y los valores espirituales en la mente del ser humano.
En las primeras décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, UNESCO ejerció una fuerte influencia mundial en el desarrollo de bibliotecas, inicialmente haciendo hincapié en las bibliotecas públicas como vehículos para promover la alfabetización y la educación, bajo el presupuesto que el conocimiento conduce al entendimiento, la tolerancia y la paz. La relevancia del papel asignado a las bibliotecas, justificó la creación de una División de Bibliotecas, la cual emprendió una amplia gama de programas. A través del tiempo el enfoque de las bibliotecas en la UNESCO, se transformó en temas de documentación y gestión de información. En países en vías de desarrollo, la UNESCO promovió la adopción de políticas nacionales de información. Progresivamente, los conceptos de tecnologías de la información, la sociedad de la información y más tarde las “sociedades del conocimiento” desplazaron a las bibliotecas a un papel secundario (Lor, 2012).
Sin embargo, la UNESCO sigue profundamente comprometida con promover la paz, por ejemplo, en el sector de la educación, donde el enfoque multidimensional contextualiza la paz en relación con los temas de seguridad, desarrollo sostenible, derechos humanos, entendimiento intercultural y tolerancia (UNESCO, 2008). Sobre la base del Decenio Internacional para la Promoción de una Cultura de Paz y no Violencia para los Niños del Mundo —2001- 2010— (Naciones Unidas, 2010) y luego del Año Internacional para el Acercamiento de las Culturas —2010— la UNESCO (s.f.) lanzó la Década Internacional para el Acercamiento de las Culturas —2013-2022—, destinado entre otras cosas, para
(...) ayudar a abordar los principales desafíos globales a través del diálogo intercultural e interreligioso, para profundizar el entendimiento y la cooperación al servicio de la paz ... [e] ... ilustrando porqué la diversidad cultural, el diálogo intercultural y el gobierno democrático participativo son cruciales para el desarrollo y la paz, especialmente en tiempos de crisis.
Entre los programas emblemáticos de esta década, se encuentran la ‘biblioteca digital de los principales hitos científicos y culturales’, un ‘vademécum intercultural’ cuyo objetivo es “ ... resaltar la solidaridad intercultural de la humanidad...” (UNESCO, 2016) y que proporciona un portal para acceder a recursos digitales que se refieren a la civilización árabe/musulmana. Esta plataforma parece ser principalmente para el acceso a las publicaciones existentes de la UNESCO, como sus historias regionales. Pero más allá de esta biblioteca digital, uno puede buscar en vano cualquier otra mención a las bibliotecas en las páginas web de la ‘Década de la UNESCO para el Acercamiento de las Culturas’. La UNESCO es una organización grande y compleja, su sitio web es laberíntico, y es posible que en alguna parte las bibliotecas todavía se encuentren como agentes y recursos para la paz. Una búsqueda en las páginas web del Sector de Comunicación e Información de la UNESCO encuentra muy poco material reciente sobre bibliotecas y nada en absoluto abordando el tema de las bibliotecas y la paz. Parece que, por lo menos en lo que concierne a la UNESCO, hoy ni las bibliotecas, ni específicamente su papel en la construcción de la paz, son un tema de interés. 3
La naturaleza misma de las organizaciones intergubernamentales como la UNESCO, es un obstáculo inherente para la construcción de la paz. Ellas están compuestas por Estados nacionales y están limitadas por la competencia de los intereses políticos de sus miembros y por sutilezas diplomáticas. Ignorar estas condiciones puede provocar serias repercusiones, como lo ilustra la reacción de los Estados Unidos a la admisión de Palestina como miembro pleno de la UNESCO en 2011. De acuerdo a su propia legislación, los Estados Unidos ya no podría pagar su contribución de membresía y en consecuencia perder su derecho de voto (The Guardian, 2013).
¿Qué es la Paz?
A partir de la anterior reseña histórica se puede concluir que la bibliotecología moderna se desarrolló en asociación con el internacionalismo y los movimientos pacifistas; que las bibliotecas están asociadas con la paz; y que los bibliotecarios y otras personas bien intencionadas consideran las bibliotecas como una fuerza en el esfuerzo por la paz. Sin embargo, no se sabe realmente si las bibliotecas contribuyen a la paz y cómo lo hacen; tampoco existe mayor evidencia que los teóricos de las bibliotecas hayan examinado críticamente nuestras suposiciones sobre las bibliotecas y la paz. Debemos entender lo que queremos decir con la paz, antes que podamos examinar el papel de las bibliotecas en su construcción.
Las diferentes dimensiones del concepto de paz son expresadas por tres palabras en las tradiciones romana y judeocristiana. El término latino pax se refiere a un concepto jurídico, en el que el conflicto es evitado, resuelto o suprimido por una autoridad legítima. En este concepto, la paz se garantiza al mantener en condiciones estables los límites que permiten a las personas y naciones perseguir y proteger sus diversos intereses respectivos. En este sentido, una constitución que establece, limita y mantiene en equilibrio los poderes de varias partes constituyentes de un Estado, son una herramienta clave para preservar la paz. Organizaciones intergubernamentales como la Naciones Unidas o las Organizaciones para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) sirven para mantener la paz entre naciones. El griego εἰρήνη (eirēnē) se refiere a la paz basada en normas éticas equitativas. Esto implica un sentido de comunidad y nacionalidad, o, proyectado a una escala mundial, un espíritu de tolerancia y solidaridad internacional. Yendo aún más atrás en el tiempo, el hebreo (shalom) se refiere a la paz como un sentido de bienestar y plenitud espiritual (Chatfield, 1986). Proyectado a una escala mundial esto podría traducirse en una conciencia de nuestra humanidad común y el lugar de la humanidad en el mundo natural.
Estos conceptos de paz pueden estar relacionados con la distinción entre paz ‘negativa’ y ‘positiva’. La paz negativa es la ausencia de guerra y violencia física directa. La paz positiva, por otro lado, ha sido definida por Kriesberg (2000) como “relaciones sociales marcadas por considerable igualdad en las oportunidades de vida, por la justicia o incluso por la armonía” (p. 2044). En la paz positiva se cultivan las condiciones propicias para la paz duradera. Otra distinción útil hecha por Kriesberg es entre un concepto estático de la paz como un estado (una condición) y un concepto dinámico de la paz como proceso, o procesos, tales como los procesos de cultivar 4 la paz (evitando la emergencia de conflictos destructivos), haciendo la paz (desescalando y resolviendo conflictos) y manteniendo y restableciendo la paz (después de que el conflicto haya terminado). Volviendo a las dos formas principales de internacionalismo descritas antes, sugiero que podamos representarlas sumariamente como en la Figura 2.
En la figura 2 sugiero que el concepto de paz sostenido por los internacionalistas de orientación estatal es uno en el que las guerras y los conflictos violentos están ausentes porque las relaciones entre los Estados están bien reguladas y las fronteras son respetadas. Los Estados nación sirven como contenedores ‘impermeables’ para las poblaciones, de modo que los problemas internos de un país se supone no deben extenderse a otros. Violaciones masivas de derechos humanos en Arabia Saudita, por ejemplo, no impiden que los Estados Unidos, un autor declarado portador y exportador de la democracia, aprecie a ese país como un aliado. El concepto de paz sostenido por los internacionalistas comunitarios, por otro lado, es más inclusivo y multidimensional. Aquí la paz es un concepto dinámico, sus defensas deben ser continuamente ‘construidas en la mente de los hombres’, usando las palabras del documento fundacional de la UNESCO. La paz no está limitada a la ausencia de guerra, pero se preocupa por asuntos como la justicia, la dignidad humana y el bienestar, los cuales trascienden las fronteras del Estado nación. Esto es significativo en una época de globalización, cuando una multitud de problemas intratables, como el calentamiento global, las epidemias, la migración, la trata de personas y el terrorismo están más allá de las capacidades del Estado nación. Esto significa que la construcción de paz, no se puede limitar a las fronteras nacionales. No puede haber una paz internacional duradera, si la paz está ausente de los Estados individuales o de regiones y localidades dentro de los Estados. Las condiciones de lo local a lo global forman un contínuo; perturbaciones a nivel local se pueden propagar y efectivamente se propagan más allá de las fronteras nacionales y ejercen un impacto global.
El concepto de paz es multidimensional. Tres dimensiones de situaciones, eventos o intervenciones que construyen paz surgen de la extensa y multidisciplinaria literatura sobre la paz 5 . Estos son:
Alcance (por ejemplo, local, nacional e internacional);
Marco temporal (por ejemplo, corto, mediano y largo plazo);
Procesos (cultivar la paz, hacer la paz, mantener y restaurar la paz).
Es posible visualizar este esquema en un cubo tridimensional, como en la Figura 3.
Los estudios de paz son un campo multidisciplinario, abordado no solo por la perspectiva de la ciencia política y las relaciones internacionales, sino también desde perspectivas religiosas, morales, éticas, legales, político-económicas y ambientales, las cuales enfatizan diferentes áreas en términos de alcance, marcos temporales y procesos.
Esto queda ilustrado por las complejas relaciones entre paz, seguridad, justicia, libertad y democracia (Lor & Britz, 2015). Aquí, la justicia social es un requisito previo para la paz. Es interesante que un número reciente de la revista estadounidense Library Quarterly está dedicado a la justicia social (ver, especialmente Buschman y Warner, 2015; Cooke, Sweeney y Noble, 2015). La relación de la justicia social con la paz no es de ninguna manera una idea nueva, esta relación es parte de una larga tradición tanto de la iglesia católica como de la iglesia protestante. También se refleja en la noción de una ‘paz justa’ que encontramos en el trabajo de John Rawls (1999) sobre relaciones internacionales. Sudáfrica es un ejemplo de cómo se entrelazan la paz, la justicia y la democracia. En este país se logró una transición pacífica a la democracia no racial después de un largo período de lucha violenta. Una constitución democrática fue laboriosamente negociada y adoptada. La Comisión de la Verdad y Reconciliación fue creada para investigar violaciones a los derechos humanos perpetradas durante el período de apartheid y durante el conflicto. Aquellas personas que confesaron haber cometido crímenes y quienes expresaron remordimiento se beneficiaron de una amnistía (Du Pisani y Kim, 2004). Este proceso se ha presentado como un ejemplo a seguir para otros países (Kisiangani, 2009), pero es discutible si la verdad puede sanar las heridas del pasado. Veinte años más tarde, la paz no puede darse por sentada en Sudáfrica. Las actuales discusiones en la prensa, en los medios de comunicación y en las redes sociales reflejan un sentimiento de muchos negros sudafricanos, sobre sudafricanos blancos quienes fueron privilegiados por el sistema de apartheid y se beneficiaron de él, no han expresado remordimiento y han sido ‘dejados ir’ demasiado a la ligera. Las víctimas y sus familiares sienten que se ha hecho una restitución insuficiente. Subyacente a todo esto, se plantean problemas serios de justicia social, ya que el desempleo crónico y la pobreza, la educación deficiente y de mala calidad e inadecuados servicios sociales básicos, continúan desproporcionadamente afectando a la mayoría negra del país. A menos que un mayor grado de justicia social se pueda lograr, la paz no puede darse por sentada.
El concepto de “paz sostenible” es ampliamente utilizado. A menudo se refiere a una paz duradera o perdurable y está vinculada a uno o más condiciones preexistentes, como el desarrollo o la justicia. Para que haya paz sostenible, según Igbuzor (2011) la raíz de las causas de los conflictos debe abordarse fomentando, entre otros: “la democracia participativa, el gobierno justo y responsable, el estado de derecho, el respeto de los derechos humanos y una distribución de recursos equilibrada y en equidad” (pp. 4-5). Como sugiere la referencia a los recursos naturales, en un mundo globalizado que enfrenta serias amenazas ecológicas, y con una injusticia ambiental desenfrenada, el concepto de ‘paz sostenible’ también tiene una dimensión ecológica. Tomo prestado del currículum de uno de varios programas de posgrado sobre construcción de paz ahora ofrecidos en universidades estadounidenses, la Maestría en Construcción Sostenible de la Paz Master of Sustainable Peacebuilding lanzada en 2014 en la Universidad de Wisconsin- Milwaukee:
La paz sostenible es más que la ausencia de violencia o la implementación de tecnologías eficientes. Requiere el fomento de cambio a nivel macro en sociedades o comunidades, de la transformación que promueva una capacidad interna para responder a alteraciones y adaptarse al cambio. El concepto construcción sostenible de la paz se basa en la idea de que el éxito a largo plazo y la paz duradera requieren un enfoque holístico que considere todas las facetas de una sociedad: el entorno natural, las personas, la gobernanza, la política, etc. (s.f.)
El curso de Milwaukee pone bastante énfasis en el uso sostenible de recursos naturales, sin los cuales la paz, a largo plazo no es posible y en las ‘interacciones dinámicas entre el ser humano y el medioambiente en sistemas socio-ecológicos (SES) complejos’ (Universidad de Wisconsin, s.f.).
La referencia a ‘sistemas socio-ecológicos’ es significativa, sin embargo, no es nueva. El Consejo Mundial de Iglesias tiene una larga tradición de abordar los vínculos entre “Justicia, Paz e Integridad de la Creación” (World Council of Churches, s.f.). La integración de los temas de la justicia social y ambiental también se conoce como “eco-justicia” (Hessel, 2007). Ambas son condiciones previas para la paz mundial a largo plazo, la sobreutilización de las riquezas ambientales tiene un alto costo en el agotamiento de los recursos y la polución. Los pobres con más frecuencia son quienes pagan este costo, en lugar de los ricos beneficiarios. Esta es una receta para la inestabilidad y el conflicto en muchas partes del mundo. El agotamiento de recursos en la región de Sahel es una de las causas del desbordamiento de emigrantes económicos que llegan a las costas de Italia.
Para concluir esta sección, la Figura 4 muestra el enfoque de la naturaleza multidisciplinaria de los estudios de paz y enumera algunos de los temas más comunes que se encuentran en la literatura. Hay que tener en cuenta que la ubicación de los temas es necesariamente arbitraria y no puede reflejar adecuadamente temas transversales como los asuntos de género.
Todo esto lleva a la comprensión de que la construcción de la paz no se trata simplemente de prevenir y finalizar conflictos, pero sobre todo a la creación de condiciones que sean conducentes a la paz. La construcción de la paz tiene múltiples dimensiones. Esto tiene implicaciones importantes para el papel de las bibliotecas.
¿Roles para las Bibliotecas? 6
Al explorar los posibles roles de las bibliotecas en la construcción de la paz, es necesario conceptualizar la paz positivamente en lugar de negativamente (como ausencia de conflicto) y como procesos más que como un estado. Consideraré algunos posibles roles para los bibliotecarios, usando siete categorías amplias: informar, promover, educar, crear recursos, empoderar, sanar y abogar. Discutiré estas categorías en orden de mayor compromiso.
Informar es un rol aceptado de los bibliotecarios. Nosotros brindamos materiales que proveen información de diversos tipos, que van desde los tradicionales libros y revistas, pasando por medios audiovisuales hasta recursos en redes digitales, éste último al proporcionar acceso público gratuito a Internet. A través de nuestras colecciones podemos informar a nuestros usuarios sobre los otros y sobre la paz. Se ha asumido ampliamente que cuanto más sepamos sobre los otros (personas, grupos, comunidades, pueblos, naciones) los entenderemos mejor, y esa comprensión generará tolerancia y por lo tanto relaciones pacíficas. Esto es en gran medida, una larga cadena causal de supuestos que no son necesariamente válidos. Además, una gran cantidad de desinformación se transmite en los libros y en otros medios. Incluso publicaciones bien intencionadas sobre otras comunidades y naciones, retratándolas como simpáticas, pintorescas y exóticas, tienden a enfatizar su ‘otredad’. Recuerdo aquí una serie de libros para niños de una autora estadounidense, Lucy Fitch Perkins (s.f.), publicados en las primeras tres décadas del siglo XX, y que estaban todavía presentes en las bibliotecas infantiles cuando yo era niño en la década de 1950. Cada libro mostraba un conjunto de gemelos del país en cuestión: los gemelos holandeses, los gemelos esquimales, los gemelos japoneses, etc. Estos tenían la intención de transmitir información geográfica y al mismo tiempo fomentar un espíritu de buena voluntad internacional. Como un pequeño holandés inmigrante en Sur África recuerdo los sentimientos peculiares que los gemelos holandeses evocaron en mí cuando lo leí. No me reconocí en absoluto con los niños vestidos pintorescamente representados allí. Del mismo modo, cuando niño devore la enciclopedia infantil de Arthur Mee (The Children’s Encyclopedia, s.f.), comprada para nosotros con el sacrificio considerable por parte de mis padres en medio de dificultades económicas. La información sobre el país de mi nacimiento en esta obra evocó una confusión similar en mí. En retrospectiva me doy cuenta de que esto fue porque la obra de Arthur Mee, que también tuvo sus orígenes antes de la primera guerra mundial, estaba imbuida del patriotismo y el imperialismo británicos y trataba otras razas y naciones, como la mía, de una manera condescendiente.
Este es un factor que debe tenerse en cuenta en la selección de los materiales de la biblioteca, en la medida en que la selección sea posible. 7 Esto requiere considerable sensibilidad cultural por parte de los bibliotecarios, también esfuerzos para encontrar materiales que enfaticen nuestra humanidad compartida en lugar de nuestras diferencias. El tema de la bibliotecología multicultural es demasiado vasto para abordar aquí, pero es muy relevante en esta época, ya que un gran número de refugiados y otros migrantes están entrando no solo en Europa, sino en muchos otros países. La Caja de Ideas, desarrollada por Bibliothèques Sans Frontières (Bibliotecas Sin Fronteras) y distribuida en asociación con El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) establece un buen ejemplo de servicios a los refugiados. Además de satisfacer las necesidades de migrantes, especialmente de los niños, al proporcionar materiales en sus propios idiomas, las bibliotecas necesitan transmitir información actualizada y veraz sobre los migrantes y el motivo de su llegada.
Además de informar sobre otros, los bibliotecarios pueden informar sobre la paz, por ejemplo, sobre los orígenes, causas y consecuencias de la guerra y el conflicto, sobre los procesos de paz y las condiciones necesarias para la paz. Libros y otros materiales sobre la guerra y el conflicto, tanto de ficción como de no ficción, son populares entre ciertas categorías de lectores. Muchos de estos materiales enfatizan el aspecto aventurero del conflicto violento, glorifican la guerra y presentan perspectivas desde un solo punto de vista. Esto no contribuye a la comprensión y la tolerancia. La guerra y el conflicto han inspirado literatura de excelente calidad. Lo mejor de esta literatura no pasa por alto la inhumanidad y el horror de la guerra y tampoco niega la humanidad de los participantes de ambos lados. Es importante no esconder las diferencias, injusticias y conflictos. Una comprensión de los orígenes y causas del conflicto y de las creencias y actitudes de las partes en conflicto es útil para construir la paz. Las políticas económicas de la industria editorial y de los medios de comunicación actúan de tal manera que no todas las voces son fáciles de escuchar. Encontrar materiales adecuados y relevantes plantea un desafío a las personas que seleccionan, quienes deben ser profesionales, idealmente con raíces en la comunidad y que entiendan la dinámica de la comunidad.
Promover también es un rol aceptado de los bibliotecarios, en este contexto se significa estimular el uso de la biblioteca y de sus colecciones. Limitarse a adquirir los materiales y hacerlos accesibles no es suficiente. Esto también aplica a materiales relevantes para la paz. Exposiciones bibliográficas y charlas sobre libros son actividades tradicionales de la biblioteca para fomentar la lectura sobre temas particulares entre los miembros de la comunidad. Conferencias, seminarios y grupos de discusión pueden ser organizados y alojados por la biblioteca sobre asuntos políticos, asuntos comunitarios y los desafiantes temas de la paz y la reconciliación, sobre los cuales aún no hemos llegado plenamente a su realización. Esto lleva a la biblioteca más allá de las actividades para promover el uso de sus recursos, a un nivel más activo, tal como lo expresa el término francés animation.
Educar: el siguiente nivel de compromiso siguiendo la promoción y la animation es la educación. Intervenciones educativas relacionadas con los procesos de construir, hacer y restaurar la paz pueden ser programadas anualmente para celebrar el Día Internacional de la Paz (21 de septiembre). El sitio web de la biblioteca debe ser un medio para promover recursos y actividades para la construcción de la paz. Celebraciones internacionales se pueden organizar para promover la comprensión de los inmigrantes y grupos de refugiados, pero como se mencionó anteriormente, se debe tener cuidado que el énfasis no sea en su ‘otredad’, sino más bien en nuestra humanidad compartida.
Creación de recursos: los bibliotecarios adquieren principalmente materiales que han sido producidos por otras organizaciones, pero en ciertas situaciones nosotros también necesitamos crear materiales cuando no exista ninguno, especialmente en ciertos idiomas y para grupos particulares. En el nivel local, los bibliotecarios pueden desempeñar un papel de construcción de la paz simplemente proporcionando información sobre condiciones y eventos locales: problemas en la comunidad, la existencia de grupos e iniciativas comunitarias y decisiones por parte de autoridades municipales. Para ello se pueden usar tableros de anuncios, folletos, páginas web y redes sociales. En las condiciones actuales de migración masiva, los bibliotecarios pueden desempeñar un papel importante asistiendo a los migrantes de esta manera.
Empoderar: las semillas de muchos conflictos se encuentran en la ignorancia, penuria, desigualdad y competencia por recursos escasos. Probablemente el papel más importante de la biblioteca en la promoción de la paz sea indirecto: construir comunidades más fuertes, más resistentes, más inclusivas y más equitativas. Las bibliotecas pueden apoyar de múltiples maneras a las agencias y programas comunitarios, tanto oficiales como no gubernamentales, que estén preocupados por la educación, por la alfabetización literaria y matemática, por la salud, la gestión, el emprendimiento y el liderazgo civil. Las bibliotecas no solo deben ser diseminadores de información; ellas también deben desarrollar la propia capacidad de la comunidad para crear y diseminar contenido de tal forma que sus propias voces puedan ser escuchadas, por ejemplo, promoviendo la autoría y la edición comunitaria. De particular importancia es inculcar la alfabetización informacional y mediática. Miembros de la comunidad con habilidades informáticas y conocimiento de los medios de comunicación, están mejor empoderados para participar en los procesos políticos, lo cual probablemente sí conlleve a la solución pacífica de los conflictos opuesto a la no participación.
Sanar: 8 sanar puede ser una palabra inusual en el contexto de los servicios bibliotecarios, aunque la biblioterapia no es de ninguna manera desconocida en nuestra profesión. En la literatura estadounidense se ha definido como “el uso de libros seleccionados sobre la base del contenido en un plan de lectura diseñado para facilitar la recuperación de los pacientes que sufren de enfermedad mental o alteración emocional” (Reitz, 2013). Muchas víctimas de la guerra y la violencia han sufrido terribles sufrimientos, privaciones y pérdidas. Muchos niños han pasado años en campamentos de refugiados. Otros, después de un largo y peligroso viaje, se encuentran en un país extraño donde todo es diferente, incluyendo su hogar, escuela, clima y los idiomas que escuchan alrededor de ellos. Existe un gran margen de acción para las bibliotecas en las áreas afectadas para ir más allá de la provisión convencional de libros y medios, por ejemplo, al alojar u ofrecer programas de narraciones de historias orales y actividades grupales, con oportunidades para la autoexpresión a través del arte, la música, la danza y la actuación.
Abogar por la paz: con notables excepciones, especialmente en relación a la libertad de acceso a la información y el ‘derecho a leer’, los bibliotecarios tienden a alejarse del activismo comunitario. Esto se debe a una larga tradición de ‘neutralidad’. Sin embargo, durante varias décadas se ha desarrollado una literatura de ‘bibliotecología progresista’, que critica la neutralidad como una evasión de la responsabilidad de los bibliotecarios como ciudadanos (por ejemplo, Samek, 2007). Se argumenta que en condiciones de inequidad y explotación la neutralidad significa estar del lado de los opresores. La neutralidad limita nuestro papel a ‘reacomodar los muros’, aceptando y reforzando las barreras y la desigualdad. De hecho, abogar por la paz, derribando muros de incomprensión y privilegio, conlleva riesgos en comunidades en conflicto, pero también puede posicionar la biblioteca en un lugar más central y sostenible dentro de la comunidad (Lor, 2014).
Las siete categorías de roles que he bosquejado pueden ubicarse en un continuum. En un extremo el bibliotecario está separado del conflicto, adopta una posición (supuestamente) neutral y se preocupa por proveer información general. En el otro extremo del espectro el bibliotecario está comprometido y adquiere un rol activista con especial atención al contexto de la comunidad a la que sirve. Esto se muestra en la figura 5.
Conclusión
De los roles bosquejados se derivan para las bibliotecas múltiples implicaciones que necesitan más atención. Aquí me gustaría mencionar solo las implicaciones para la educación de los trabajadores de la biblioteca ¿Estamos equipando a los estudiantes de bibliotecología con algo de comprensión de las condiciones sociales en las comunidades a las que servirán, de administración pública, política comunitaria y la dinámica del conflicto y la paz? Esto no es solo una cuestión de conocimiento sino también de valores. ¿Estamos produciendo bibliotecarios que desean trabajar por la paz? Una responsabilidad recae en las escuelas de ciencias de la información y en las asociaciones de bibliotecas para empoderar a la profesión como contribución en la construcción de la paz.
Empecé esta conferencia refiriéndome al internacionalismo, a los movimientos pacifistas y a organizaciones como la UNESCO. Mi conclusión podría llegar a parecer, lejos de la escena internacional, en la dirección opuesta, al nivel local, al terreno de la realidad donde el bibliotecario diariamente trata con su comunidad. En lugar de fijar carteles en el tablero de anuncios de la biblioteca del día de la paz de las Naciones Unidas o de la UNESCO, o mostrar un video para informar al público sobre la necesidad de la paz y de hacer la paz en general —lo que sin duda es algo bueno—, esperamos a un bibliotecario ayudando a un individuo específico con temas prácticos de supervivencia, adaptación y desarrollo. Puede parecer que estas actividades no conciernen en absoluto con la paz, pero dado que la paz no puede estar confinada a las fronteras nacionales, los bibliotecarios pueden contribuir significativamente a la paz internacional trabajando a nivel local. En palabras de mi difunto colega, Bob McKee, pronunciadas en el 2002 en ocasión del 40 aniversario de la Biblioteca Dag Hammarskjöld:
Alrededor de todo el mundo, en todas nuestras naciones y entre nuestras naciones hay división, hay desventaja, hay desesperación. Las bibliotecas y los bibliotecarios no lograrán por sí mismos mayor igualdad, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente, promover los derechos humanos, generar respeto mutuo entre personas de diferentes puntos de vista y bagaje cultural diverso. Pero podemos hacer nuestra contribución, y puede ser, estoy convencido, una contribución importante.
De esta manera los bibliotecarios comprometidos y creativos contribuyen a la paz mundial.
Agradecimientos
Origen del artículo: Lectio Magistralis en Bibliotecología, dictada por Peter Johan Lor en la Universidad de Florencia, Italia, 2 de marzo de 2016. Titulo original: Biblioteche, Internazionalismo e Pace.
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Witt, S. W. (2014). Agents of change: the rise of international librarianship and the age of globalization. Library Trends, 62(3), 504–518. http://doi.org/10.1353/lib.2014.0006
World Council of Churches (s. f.). The WCC and eco-justice. Recuperado de https://www.oikoumene.org/en/what-we-do/eco-justice
Notas
1
La palabra “internacionalista” es definida por el Diccionario de Oxford “Un defensor de un mayor entendimiento y una cooperación más estrecha entre las naciones; una persona que niega o ignora las devociones o prejuicios nacionales”
2
Actualmente UNESCO presente su nombre en letras mayúsculas. He mantenido la original forma de escribirlo cuando así aparece en citas antiguas.
3
Para detalles sobre este punto se pude consultar el blog de Lor, 2016
4
Kreisberg utiliza el término “construir la paz” para actividades relacionadas con procesos destinados a crear condiciones óptimas para garantizar la paz, es decir, antes de que ocurra el conflicto. Sin embargo, en la literatura el concepto “construcción de paz” tiene varios significados, incluyendo (a) actividades de reconstrucción posteriores al conflicto, aquí referidas como “mantenimiento de la paz” (b) prevención de conflictos a nivel local y fuera de las élites; o (c) como un término general que cubre todos los procesos (Call & Cook, 2003). Este es el enfoque de Bush (2004), quien define ‘construcción de paz’ para referir “... en su sentido más amplio [...] a aquellas iniciativas que fomentan y apoyan estructuras y procesos sostenibles que fortalecen las perspectivas de coexistencia pacífica y disminuyen la probabilidad de emergencia, recurrencia o continuación del conflicto violento (p. 28). Aquí utilizo la construcción de la paz en el sentido (c) como el término que engloba los procesos de paz, y me tomo la libertad de presentar la expresión ‘cultivar la paz’ para referir a medidas e intervenciones proactivas, como la educación para la paz para prevenir conflictos.
5
Ver por ejemplo la bibliografia de 59 paginas de fuentes academicas sobre religion, paz y reconciliacion en el sitio web de York St John University : http://www.yorksj.ac.uk/pdf/Bibliography%20on%20Peace%20and%20Reconciliation%20Dec%202013.pdf (consultado 2016-01-09); la bibiografia en analisis y resolucion de conflictos de Sabanci University: http://conf.sabanciuniv.edu/en/bibliography (consultada 2016-01-09), y los enlaces disponibles en Conflict transformation and peacebuilding: a selected bibliography, por Catherine Morris: http://www.peacemakers.ca/bibliography/bib17links.html#bibandresearch (consultado 2016-01-09).
6
Esta sección se ha adaptado de dos publicaciones anteriores: Lor and Britz (2015) and Lor (2015).
7
A falta de instalar software de filtrado web en estaciones de trabajo de acceso público, la selección de contenido de Internet no es factible.
8
Estoy en deuda con mi esposa, Monika Lor, por sugerir esta adición a mi lista de roles.
*
Artículo
de reflexión.
Notas de autor
a
Traductor. Autor de
correspondencia. Correo electrónico: [email protected]
Información adicional
Cómo
citar el artículo: Lor, P. J., & Cadavid, J. A.
(trad.) (2018). Bibliotecas, internacionalismo y paz (Trans.). Signo y Pensamiento, 37(72). (Artículo original publicado en 2016). https://doi.org/10.11144/Javeriana.syp37-72.biyp